vendredi 5 juin 2009

Reflexiones sobre el uso de semillas modificadas genéticamente

El uso de las semillas modificadas genéticamente en cultivos replantea el problema de la seguridad alimentaria y del modelo de producción agro alimentario peruano, de un lado, y la definición de un Proyecto de Desarrollo transpartidario y la Estrategia de desarrollo adaptada a éste, del otro.

Si aun el Proyecto de Desarrollo transpartidario y la Estrategia de desarrollo no son ni evidentes ni consensuales hasta ahora, múltiples factores han contribuido a nuestra riqueza bio-diversa: primero, el resultado histórico de nuestras prácticas culturales; aquella de los pueblos indígenas de los cuales hemos heredado formas y modelos de selección, conservación y mejoramiento de especies vegetales y animales. El segundo, nos viene de las características físicas y geológicas de nuestro país asociado a la cordillera de los Andes, esta nos dispensa una enorme cantidad de pisos agro-ecológicos, que van desde el litoral hasta los seis mil metros. Pulgar Vidal identificaba ocho regiones y Tossi, señalaba ya hace algunos decenios que los países más bio-diversos en el mundo eran México, Colombia y Perú, solo nos faltaban algunos pisos de ese universo. Un tercer factor, ha sido facilitado por las prácticas agro alimentarias en las pequeñas explotaciones, no las grandes haciendas que promovieron el monocultivo y la agro-exportación: azúcar, algodón. Un cuarto elemento, que ha contribuido grandemente ha sido el patrón, o mejor, los patrones de consumo alimentario. Obviamente, otros factores como las políticas agrarias de los diferentes gobiernos han alentado o no la bio diversidad, con saldos importantes de pérdidas en el mejores de los casos, y de expoliación, en los peores.

Del lado de la seguridad alimentaria y de los modos de producción agro alimentario, el principal criterio a tomarse en cuenta es el demográfico y la superficie de vocación agro alimentaria. La incidencia del crecimiento de la población aboga por los argumentos para lanzarnos en la idea de utilizar la manipulación genética afín de ampliar la reducida superficie agro-alimentaria. Es un falso debate, al menos por dos razones: las tasas de crecimiento poblacional en Perú no son significativas como para hacer uso de la manipulación genética, salvo si la superficie de tierras cultivables son dedicadas a la exportación. Pero este fenómeno no solo pone en peligro la bio diversidad, por el problema de la polinización que contamina otras áreas de cultivo, sino por un problema ético: los genes intervinientes en la manipulación genética no solo provienen de otros vegetales, sino de animales, y ahora de nosotros los humanos. Además con consecuencias mortales para la salud humana: la manipulación genética de la carne de vacuno y la enfermedad de la “vaca loca”, por ejemplo.

Si pensamos en una tendencia larga, algunos productos peruanos resultantes de esta bio diversidad, por ejemplo la papa, el maíz, pudieran verse afectados. Si consideramos que el modelo de consumo mundial, en el cual la papa tiene un lugar preponderante, (que hay más global que carne y papas fritas!), pudiera verse afectado por la manipulación genética, no solo en la producción sino en la industrialización alimentaria, como podríamos continuar con nuestro aporte en germoplasma para que el mundo pueda seguir alimentándose? Ningún peruano debe olvidar que la cuna agro-ecológica de la papa se sitúa en alguna parte del imperio incaico, ni que el Centro Internacional de la Papa, que aporta investigaciones, y experiencias de campo al mundo esta situado en La Molina.

En conclusión ni nuestro crecimiento demográfico, ni la limitada superficie de nuestras tierras agrícolas, ni los criterios éticos, ni los riesgos para la salud de las experiencias genéticas, ni la riqueza de nuestra bio diversidad debieran promover o incitar la producción de semillas modificadas genéticamente; ni menos, tolerar o admitir productos resultantes de la industria agro-alimentaria para el consumo humano.

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